Los músculos rectos del abdomen (los de la “tableta de chocolate” o “six-pack”) se unen mediante una membrana rígida a lo largo de la línea media del abdomen (entre el pubis y el esternón pasando por el ombligo). Al no ser elástica, cuando fuerzas laterales consiguen que se estire, se queda estirada y no vuelve al tamaño original. Es un poco lo que pasa cuando un plástico da de si y queda flácido.
Luego, los músculos oblicuos del abdomen (los de los lados), tiran de los rectos y hacen que se separen. Esta membrana estirada pierde resistencia y poco a poco se va estirando más y más. Luego, con los rectos separados, la línea media se hunde al tumbarse y se abomba al hacer fuerza con el abdomen (al toser, defecar, hacer abdominales o ejercicios de fuerza, ...).
El embarazo, la obesidad y los ejercicios físicos vigorosos son algunas de las causas de que se separen los rectos. Y claro, su repetición o mantenimiento hacen que empeore. Además, se ha visto que provoca alteraciones en la mecánica del abdomen que pueden derivar en problemas de espalda y del suelo pélvico.
Si la separación es pequeña (menos de 2 cm), en cierta medida, se puede corregir con fisioterapia basada en ejercicios isométricos. Pero si es más grande se requiere una intervención para acercar los rectos y, según el caso, reforzar la membrana con una malla quirúrgica. Afortunadamente, hoy en día existen opciones de cirugía mínimamente invasiva (laparoscopia) con cicatrices invisibles para solucionarlo.