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Imagina una cuna en la que debe dormir tu bebé. Ese bebé representa tu contenido abdominal (intestinos, vejiga, apéndice, ovario…). La cuna es tu pared abdominal.
Si la cuna tiene un agujero, el bebé puede sacar la mano o el pie y lastimarse. Eso mismo ocurre con el contenido abdominal cuando aparece una hernia.
Si aparece un bulto, es como la manita saliendo de la cuna: lo lógico sería meterla con cuidado. Lo mismo ocurre con la hernia: hay que tratarla y recolocar el contenido.
Tanto como tapar el agujero de la cuna. No hay otra forma real de solucionarlo.
Es cuando la “manita” queda atrapada y ya no puede volver a su sitio.
Es cuando esa manita se pone azul porque no le llega bien la sangre: eso SÍ es una urgencia real.
Cada hernia necesita una solución adecuada. Igual que con la cuna, podemos “tapar” el agujero de varias maneras:
Coserlo, que sería como pegarle cinta americana a la cuna. Fácil, sí.
¿Duradero? No tanto.
Colocar una tablita por fuera, equivalente a poner una malla externa: más resistente y menos dolorosa, pero necesita sujeciones que a veces pueden molestar.
¿La opción recomendada?
Según la Sociedad Europea de la Hernia, lo más eficaz es colocar una malla por dentro, mediante laparoscopia…
pero solo si se sabe hacer.
Hernia (2018) 22:1–165
International guidelines for groin hernia management
The HerniaSurge Group¹
No todos los cirujanos operan una hernia por laparoscopia; nosotros sí.